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Arco de Santa Catalina

Lo monumental de las religiones, más allá de constancia en la historia, es el legado arquitectónico que dejan. Caminar una ciudad y no acercarse a iglesias, monasterios y otros centros religiosos es obviar parte de su identidad, ya que por años esta se forjó en gran medida entre paredes y deidades.

Guatemala posee la dicha de guardar una tradición religiosa muy grande. La Antigua Guatemala, centro de atención de turistas de todo el mundo, ubicada en el departamento de Sacatepéquez, guarda en su seno el Arco de Santa Catalina.

La calle que lo porta es conocida como la “Calle del Arco”. En ella se celebra el final del año y la llegada del año nuevo, presentando una variedad de espectáculos culturales que van desde la música, la poesía y los relatos, hasta los bailes tradicionales.

Calle Del Arco

La construcción del arco ocurrió en el siglo XVII. Su intención era lograr que las monjas enclaustradas que se trasladaban desde un lado al otro del convento de Santa Catalina no fueran vistas desde la calle. En un inicio el convento tuvo un tamaño pequeño, pero debido al crecimiento sostenido de la ciudad y a la aceptación religiosa, este tuvo que crecer. Y por lo tanto, por supuesto, fue necesario construir el arco.

Resulta tan identificativo este monumento (se le agrega el atractivo de que el Volcán de Agua puede contemplarse en su fondo) que ha sido llevada a cuadros y fotografiada por innumerables personas, y es uno de los suvenires que más se venden en la ciudad.

Vista del Volcán al otro lado del Arco

El reloj que puede apreciarse hoy en día no existía allí en un inicio. Este fue colocado durante la época de la Federación Centroamericana hacia 1830. Fue puesto en marcha de nuevo en 1991, después que fuera dañado durante el terremoto de 1976. Los horarios más recomendados para tomar fotografías son alrededor de las 10 de la mañana o al atardecer, siempre con el Volcán de Agua al fondo.